
Tercera edición del Galia Metal Fest en Valladolid con música extrema para todos los gustos
Con muchas ganas de conciertos, el público rockero y metalero de Murcia no faltó a su cita anual con la asociación Heavy Metal Espectros, la cual dejó claro que su decimoquinta edición iba a ser muy especial tras un contundente rastro de pandemia y parón musical en vivo. En una mezcla bien diversa de bandas nacionales e internacionales, el Espectros ofreció un espectáculo que, a pesar de ciertos fallos y alguna que otra cancelación, se llevó una gran cantidad de halagos y ovaciones de socios y asistentes de muchas partes de la geografía ibérica en la Sala Spectrum.
ECSTATIC VISION
A tiempo justo y con muy poco público presente, la banda Ecstatic Vision salió al escenario tras la breve prueba de sonido. Ahí estuvo el principal problema de los americanos, la falta de sonoridad en todo momento. Las canciones se distinguían, sí, pero no tanto los instrumentos, creando un cúmulo instrumental difícilmente diferenciable. Haciendo honor a la media hora aproximada de actuación, la mayoría de las críticas se dirigían hacia la poca presencia del Saxofón de Kevin, cuya destreza manual con el instrumento de viento nos dejó con ganas de más. Con un estilo psychodelic rock/metal y muy espacial, Ecstatic Vision demostró el poder de la música de las décadas doradas de los 60’ y 70’ donde bandas como Atomic Rooster o Pink Floyd lideraban las listas de ventas. A pesar de la falta sonora, Doug y Michael mantuvieron la entereza de la guitarra y el bajo, siendo las cuatro cuerdas muy constantes y rellenando los huecos rítmicos en los breaks. Su música abrió la nostalgia de los más mayores, pues era como una vuelta a los tiempos iniciales de la democracia española. Los aplausos finales les despidieron a lo grande, demostrando la gran acogida que se les dio como el inicio del festival, a pesar de la poca presencia asistencial.
EASY RIDER
La llegada de Dess catapultó a Easy Rider a cosechar éxitos uno tras otro y el Galia no fue una excepción. Siendo el primer bocado musical nacional, la legendaria banda tuvo de todo durante su show, donde Dess volvió a demostrar su poderosa voz ante el creciente público. Incluso, la banda hizo un acto conmemorable al interpretar el tema Tiempo con el vocalista original, Eugenio, quien se desenvolvió de forma perfecta y sincronizada con la malagueña. Un concierto genial de principio a fin, en todos los aspectos. Javier y Daniel siguen conformando un dúo guitarrista imposible de superar. Los ritmos y solos que se repartían hacían que el sonido tuviera una nitidez y claridad impresionante. Al lado, José hacía temblar los altavoces con la potencia de su bajo, sin dejar las estructuras vacías de habilidad grave. La batería de José María apoyaba cada tema de una forma sublime y por supuesto, la imponente presencia de Dess hizo que el público se rindiese a ella. Dejando el listón muy alto, Easy Rider acabó su actuación con un ambiente caldeado. Algunos asistentes pedían más y si hubiera habido más tiempo, un bis estaría más que asegurado.
CRYPTOSIS
Renacidos de las cenizas de Distillator y con el recuerdo de un impresionante show en Madrid con la gira del Activate Europe, los holandeses Cryptosis regresaron a España con la intención de continuar la presentación de su álbum debut, «Bionic Swarm» Con el mismo tiempo de interpretación que hace meses, Frank, Laurens y Marco reventaron la burbuja de ánimos que las bandas antecesoras habían aunado en el Galia. Moshpits tan intensos sólo se vieron con ellos, y es que la ocasión thrasher lo merecía sí o sí. El despliegue tecnológico y decoro de ficción mostrado en Madrid no les hizo falta para que la gente se destrozase las vértebras cervicales mediante un headbanging brutal, dedicado y motivador. Con una elegancia inaudita, el bajo Rickenbacker retumbaba como una apisonadora bajo las manos de Frank, mientras las técnicas guitarreras de Laurens no se podían analizar de lo rápido que tocaba, fueran ritmos o solos. Por detrás, Marco tuvo que utilizar un par de juegos de baquetas más debido a la fuerza instrumental que expelía. Si juntamos todo lo expuesto, el sonido podría haber derribado el recinto del polideportivo si no estuviera tan cuidado. Cryptosis consiguió ganarse al público desde el primer rasgueo y pocos quedaron invictos del huracán thrasher.
KANONENFIEBER
La gente quería más bestialidad tras el paso de Cryptosis y ahora, le tocaba el turno a Alemania. El sello discográfico personal de Noisebringer Records nos trajo una reciente banda muy curiosa, Kanonenfieber, cuya temática principal era todo lo relacionado con la Primera Guerra Mundial. Vestidos como soldados y en un escenario similar a una verdadera trinchera bélica de Verdún, un estilo blackened death metal ensordeció a un Galia inmerso en una atmósfera puramente inédita y que sorprendió a muchos asistentes. Con un reciente disco lanzado a mitad de la pandemia, «Menschenmühle», los germánicos hicieron de las suyas a cada tema, pues había de todo lo que no se esperaba en un concierto de metal. Discursos bélicos, zonas acústicas, tremendos solos de cada intérprete y la actitud impasible de su líder, Noise. Cubiertos sus rostros en todo momento mediante máscaras, estaba claro que la banda disfrutaba haciendo saltar y corear a la gente asistente. Todo fuera por crear un espectáculo digno del horror bélico, pero sin mortalidad y con un sonido tan nítido que casi se oía respirar a Noise tras cada verso. No hubo fallos técnicos, o al menos, eso se demostró en un atardecer que supuso la revelación musical de la primera jornada del festival.
ASOMVEL
Muchos los consideran como los nuevos Motorhead y no errarían al decirlo. Aunque Asomvel ha pasado por muchas etapas duras, como la muerte de su primer bajista y cantante, Jay-Jay, y la dureza de encontrar un batería permanente, la banda parece haber hallado la estabilidad este año y como uno de los platos fuertes del Galia, no defraudaron en la ejecución musical de su particular estilo hard rock/heavy metal británico. Casi podría alegar que la gran parte del público quería verles a ellos en exclusiva. Asomvel era una apuesta segura dentro del elenco de grupos, hecho que se cumplió al dedillo. Guitarra y bajo comparten algo más que cuerdas y sonoridad, pues Lenny y Ralph dejaron claro que su estrecha relación familiar no es sólo sangre y ya está. Jugando entre riffs y coros, ambos se compenetraban muy bien con su reciente percusionista, Dave, quien tiene toda la pinta de quedarse tiempo en la banda. Sacudiendo al público con temas como «World Shaker», «Runnin’ the Gauntlet» o «Steamroller», las semejanzas entre Motorhead y Asomvel se disolvían por momentos, pues entre el sonido clásico y la alta potencia del bajo, era como ver el origen de una gran banda en el futuro. A modo de recordatorio de su fallecido integrante, el final vino con Full Moon Dog, himno de los británicos y que les despidió por todo lo alto entre la multitud que les pedía más temas.
OBUS
No diremos que están mayorcitos; más bien, que el vino sabe mejor cuanto más añejo es. Un símil adecuado para Obús, ya que no hay manera de pararles los pies a Fortu y compañía, sea en el estudio o en directo. Sin embargo, en el Galia tuvieron un pequeño tropiezo, especialmente en el aspecto teatral. Sabemos que Obús son legendarios, y nadie les puede quitar ese aspecto de la historia nacional cultural. Lo malo recae en que la gente suele pagar por ver a los artísticas tocar, no hablar o hacer escenografía que sólo roba tiempo que se podría invertir en tocar más temas. Oír hablar de Fortu, Paco y el resto es garantía de escuchar temazos que han marcado a la sociedad española como «Juego Sucio», «El Que Más» o «Vamos Muy Bien». No faltaron muchos más y hay que reconocer el mérito de lo bien que suenan en estos tiempos modernos tras tantos años en la carretera. Sin duda, saben conservarse y aunque estuvieron algo estáticos en el Galia, el público más mayor disfrutó como si estuvieran en su niñez. Aparte, Fortu tiene ese carisma tan especial que hace ganarse a la gente con pocas palabras. Con «Dinero, Dinero» y «Va a Estallar el Obús», algunos espectadores bailaron al son del ritmo, lo cual denotaba el ambiente festivo que se vivía entre leyendas vivas de nuestra música metalera. Aunque la despedida no fue muy sentida, Fortu dedicó un discurso propio como agradecimiento final del show.
AVENGER
Cuando vinieron a la edición pasada del Skulls of Metal, los británicos Avenger se quedaron sorprendidos del gran recibimiento que tuvieron en tierras jienenses. Quizás les gustase esa sensación, porque en su regreso a España por el festival del Galia, dieron aún más de sí, a pesar de que los horarios estaban más que descuadrados y la rapidez del cambio de grupos apenas les dio tiempo de probar el sonido. Liderados por los integrantes originales Ian y Gary, Avenger volvió a repetir el fantástico show del año pasado aunque con un poco de prisa por acabar a tiempo. Con sus míticos álbumes ochenteros de «Blood Sports» y «Killer Elite», adalides del mejor metal old school, Avenger continúo su legado moderno con un sonido renovado y nuevos integrantes como Liam y Sean a las guitarras. Un punto intermedio del milenio que dio más vigorosidad y plenitud al show con puños en alto y coros continuos. Entre juegos de luces intermitentes y mucha actitud frontal, Ian sacó lo mejor de sí en temas inmortales como «MM. 85» o «Death Race 2000». Por otro lado, «Under the Hammer» y «Revenge Attack» en los términos finales nos evidenciaron un show con un tinte añejo y cierta nostalgia, pues los clásicos nunca mueren si el público así lo desea. Por ello, el Galia cerró su primer día con un notable alto y con ganas de más.
SEVEN SISTERS
Tras una primera jornada intensa y variada en muchos estilos, el Galia quiso coronarse con un elenco de bandas que romperían el polideportivo hasta sus ruinas. La primera fue Seven Sisters, un cuarteto sajón con mucho heavy metal a sus espaldas. Apoyados por un buen número de asistentes en la apertura de puertas, el grupo dio todo lo que estaba en su mano para hacer vibrar al ambiente con sus temas potentes, pegadizos y dejando una actitud claramente espectacular. A pesar de la sencillez decorativa, a Seven Sisters le valió el respaldo incondicional del público para ofrecer un show repleto de originalidad, poses múltiples y un sonido claro y nivelado. Graeme y Kyle se divertían entre riffs y zonas solistas al frente, mientras que las bases artísticas, siendo Gareth al bajo y Sammy a la percusión, interactuaban entre ellos con mucha conjunción. Aunque el tiempo de actuación fue corto para analizarlos al completo, su último álbum, «Shadow of a Fallen Star I», sonó genial y se llevó un gran número de ventas en el merchandising, a lo cual la banda respondió con su presencia continua en el recinto durante el resto de la jornada.
RIOT CITY
A primera vista, no se les tenía como una apuesta fuerte en el Galia, pero Riot City fue otra de esas bandas que con su fantástica actuación, interacción social y dedicación musical sorprendieron al público. Habiendo reformado la banda en los últimos años y con un flamante segundo álbum, «Electric Elite», los canadienses se desenvolvieron ante un público que les pedía más y más, y ellos respondieron sin dudar. En mi opinión, su estilo heavy/speed clásico fue la clave que les hizo triunfar por todo lo alto. Es de bien reconocer que su nuevo vocalista, Jordan, posee una versatilidad laríngea muy adecuada para levantar pasiones auditivas. Con un par de trabajos discográficos, Riot City aprovechó su tiempo musical al máximo. Los integrantes exprimieron todas sus fuerzas en cada ritmo, solo, golpe de bombo o rasgueo grave, lo cual evidenció las ganas que tenían de hacer vibrar al Galia. Por ejemplo, las sonrisas continuas de Cale junto a Roldan, el carisma de Jordan al micrófono o la fuerza de los dedos de Dustin, quien se llevó la palma al mejor sonido envolvente. Su bajo se escuchaba en cualquier rincón del Galia, hasta fuera del mismo. Aunque muchos no se dieron cuenta, o eso parecía, Riot City realizó un cover memorable de despedida a una de sus influencias metaleras, el reciente fallecido Steve Grimmet. Interpretando el tema «See You in Hell», la banda dejó el escenario en mitad de un cúmulo de vítores y aplausos.
HITTEN
Poco tendría que decir de los murcianos Hitten, ya que los he visto crecer como banda cuando estudiaba Enfermería en Murcia. Aunque echo de menos la voz de Aitor, la inclusión de Alex Panza supuso un cambio espectacular que en el Galia, se ganó la admiración y el cariño de los presentes con todo el sentimiento vocal que puso a cada verso y coro. Aparte, ver a Johnny Lorca tocando su guitarra como si no hubiera un mañana, me recordó mucho a mis años universitarios. Sin duda, el momento clave, en mi opinión personal, fue cuando tocaron «Ladykiller», de su primer álbum, y que me sigue pareciendo el mejor tema del mismo. A mitad de la pandemia, Hitten lanzó su cuarto disco de estudio, «Triumph & Tragedy», el cual junto a «Twist of Fate», guitaron el repertorio del show a modo de dar más presencia a Alex en su trayectoria grupal. Alegría me volvió a dar de ver lo bien que se lo pasaba Horacio (Mr. C) a los graves, pues bótox no le hizo falta para sonreír todo el rato. «Eyes Never Lie» o «In the Heat of the Night» se consagraron como himnos de la banda con un headbanging continuo y el punto álgido llegó con el cover «Unchain the Night» de los míticos Dokken. Un punto de inflexión que derivó hacia la locura de los asistentes y finalizó mediante dos cortes del disco «State of Shock». Podrán gustar o más o menos, pero cierto fue que Hitten logró llevarse ovaciones desde el principio. La gente quería que la representación del metal nacional fuese magnánima, ¡y así fue!
HOLY MOSES
Para ser su gira de despedida tras más de cuarenta años de trayectoria musical, Holy Moses está arrasando a todo el público que pilla por delante, reduciéndolo a carne y huesos. Los canes germánicos, guiados por Sabina, la reina indiscutible del thrash metal europeo, destrozaron el Galia de una forma inédita. Nunca volveremos a ver un show igual, pues el desfase, los moshpits y el headbanging salvaje llegaron a superar a sus congéneres Destruction. No es por tirarle flores a Sabina, que se las merece muchísimo, pero es que se superaron en la experiencia vivida durante el Espectros en Murcia.
Cual equipo deportivo que se motiva antes de salir a jugar, Holy Moses juró dar el show más thrasher en su segunda vuelta a España. No soy quien para dudar de su palabra, pero la cervicalgia y la brutal astenia que aún sigo teniendo tras su actuación hablan por sí solas. Aunque «The Invisible Queen» es el final del camino musical, Sabina hizo gala de su voz desarraigada con temas de toda la discografía, centrándose más en los primeros trabajos como «The New Machine of Liechtenstein» o «Finished with the Dogs». Sin embargo, el derroche de carisma y sentimientos de la frontwoman era palpable a simple vista. Casi diría que vi lágrimas en sus furiosos ojos cuando bajó al foso y las vallas, pues el público le correspondía como reina que es y será.
Por supuesto, al resto de integrantes se les escapó cierto grado de pena. Peter, cuya guitarra tronaba en los altavoces, parecía llorar durante la ejecución de «Cult of the Machine» o «Nothing for my Mum». En la batería, los redobles y golpes de Gerd evocaban un movimiento al unísono de los coros en «Panic» y «World Chaos». Referente a los graves, Thomas no miraba las cuerdas de su bajo, sino al entregado público que le envalentonaba durante «Jungle of Lies» y «Life’s Destroyer». El momento más emotivo llegó con el cover «Too Drunk to Fuck» de los Dead Kennedys, donde Sabina subió a varias féminas y reivindicó la presencia de las mujeres en la cultura metalera, toda una elegía feminista que inmortalizó, aún más, a Holy Moses en la Historia de la industria extrema. Tras el concierto, Sabina y el resto se codearon con el público y desde el merchandising, se despidieron entre fotos, firmas y muestras de cariño y apoyo.
DREAM EVIL
Con el ambiente más que caldeado y algo exhausto tras la primera guerra thrasher, se necesitaba un poco de heavy/power que nos hiciera recuperar las fuerzas; ¡y algún que otro bocadillo en el cambio de grupo! La cultura metalera también tiene una impresionante riqueza en el ámbito literario, y Dream Evil nos escribió, hace casi dos décadas, un libro dedicado a todo lo concerniente a la misma, «The Book of Heavy Metal». Himno de coros en cualquier aspecto, los suecos se desvelaron tras el colorido decoro y ante un público que les recibió con los brazos bien abiertos.
Con sus ojos casi tapados por el maquillaje, el vocalista Nick no se separó del borde del escenario. Quería tener a los asistentes cerca en todo momento, pues la ocasión de compartir la música metal merecía la oportunidad. Sin apenas moverse de su sitio, Mark realizaba sus técnicas guitarristas con exactitud y soberbia, dando la impresión de estar algo apartado del grupo en ciertas ocasiones. Pudiera ser un eufemismo, pero entre él y Ritchie, los riffs y solos obtenían una consistencia propia que penetraba en las almas de los asistentes. Sin embargo, la grandeza acudió cuando el primer álbum de la banda, «DragonSlayer», copó gran parte del repertorio con temas como «In Flames You Burn» o «The Prophecy».
Tirar de los clásicos siempre es una opción segura para crear una atmósfera potente y digna, por lo cual, el trío de «Fire! Battle! In Metal!», «Made of Metal» y «Children of the Night» aunó las laringes del Galia al unísono en los pegadizos estribillos y zonas corales. Carismáticos y dando lo mejor de sí, Pete y Ritchie no separaban la guitarra y el bajo. Tal era su vínculo musical que si uno hubiera fallado, el otro también. Como era de esperar y con lápiz y papel en mano, «The Book of Heavy Metal» cerró la actuación con el público tomando apuntes sobre la cultura metalera. Entre sonidos limpios y buena distorsión, Dream Evil realizó un show increíble que muchos hubieran querido disfrutar, ¡y seguro estoy de ello!
DESTRUCTION
La primera guerra thrasher había dejado al Galia casi en la ruina. Gente sentada con signos de cansancio y dolor, cuellos un poco rotos y los cuernos a medio dedo. ¡Pobres todos ellos, pues la segunda thrashería acabó la tarea iniciada al atardecer! Decorando el escenario con pancartas y telones, el big four europeo cargó contra España con Destruction, donde Schmier volvió a enseñarnos el tremendo poder de su banda tras las renovaciones de los últimos años. Con el nuevo álbum «Diabolical» bajo el brazo, los germánicos centraron su repertorio en los primeros trabajos musicales de la década de los 80’. Una opción acertada para seguir aumentando la notoriedad del thrash metal old school.
Con toda la artillería bien cargada y un sonido fuera de sí hacia la grandeza, Schmier dio rienda suelta a todo el potencial grupal. De un lado a otro, el mítico bajista recorrió todos los micrófonos disponibles, dejando un pedazo de su genial voz en cada uno. Desde su llegada a la batería, Randy ha sabido sacarle el mejor partido a los bombos, platillos y cajas tanto en directo como en estudio, pues la técnica vivida en «Tormentor» y «Mad Butcher» sólo los dioses podrían igualarla; o décadas de ensayo exhaustivo. «Nailed to the Cross» y «Eternal Ban» lograron que el público levantase su voz al unísono en los coros; se notaba la falta de voluntad salvo en aquellos cuyo espíritu thrasher, como servidor, vivía grabado a fuego y sangre.
La mitad del divino y espectacular sonido corrió a cargo de los guitarristas Damir y Martín, quienes dejaron de ser sustitutos del legendario Mike para convertirse en ambas manos de Schmier. Poses salvajes, riffs más exactos que una ecuación bicuadrada, solos afilados como un bisturí… Sólo el azogue que los dominaba nos impedía ver sus auténticas habilidades interpretativas. Moviéndose al azar, se repartieron el protagonismo en clásicos como «Antichrist», «Thrash ‘Til Death» y «Total Desaster». En el colocón terminal, el tema «Bestial Invasion» expuso al público a un violento moshpit del que nadie se consiguió salvar. Agradecidos y muy motivados, Schmier y compañía cerraron el show entre cadáveres humanos, pilares derruidos y un ambiente de cenizas que Wolf trataría de remediar con su heavy metal sueco. Por problemas logísticos no pudimos verlos descargar su dosis musical, pero estamos seguros de que fue impresionante y adecuada para dar el punto y final a un Galia inolvidable.